una salida pedagógica- Lina Espindola

 una salida pedagógica 

Cambio de rutina

Empezando en una mañana como todas, pero esta con más frío, empezamos con un día fuera del aula de clases, siendo primero mis nervios de que la profesora Sonia hable con mi mamá sobre mi estado, ya que me ha visto desanimada en mis estudios y bajando en el progreso que he tenido. 

Hablan 15 minutos y cabe la sospecha de que entre a pláticas con la orientadora. Un poco abrumada, no dejo que las ganas de esta salida se amarguen; nos organizan por cursos y vamos cada décimo en un bus y pues mis compañeros con todas las alegrías empiezan a bailar en la buseta y es divertido, la verdad. Seguimos en el camino y al busetero le rindió bastante el viaje.

Ya cogiéndome el sueño llegamos a Maloka, que queda en Bogotá. Todos contentos salen corriendo, y yo más porque era mi primera salida pedagógica con mis compañeros y nunca había ido por ahí. Nos organizan de a 6 grupos con 31 chicos cada uno y con su profesor respectivo. Entrando a Maloka vemos muchas cosas interesantes, como que lo más común y cotidiano como una silla pueda volverse un plano seriado, en fin. Entramos al Cinedomo, cosa para grande, y eso que se ve pegueño por fuera. Pudimos entrar todos los décimos y yo admiré mucho de la calidad de imagen y sentí como si las imágenes se le venían a uno.

Viendo los videos, aprende un poco cómo es el arte de la esgrima con unas machetas y unos palos, siendo bastante artista. Luego vimos Tierra de gigantes, tratando de los dinosaurios de la prehistoria. Ya cuando iba a terminar me quedó un momento dormida con mi compañera y sí que nos podíamos reír. Saliendo del Cinedomo, vi que tenían una amplia cafetería en los 2 pisos en los que estuvimos.

Después de eso nos llevan al tercer piso y vemos más de la cafetería y muchísimas mesas al fondo. Entramos a la zona libre y entramos a un segundo piso donde nos llevan a cómo se debe seguir el curso de las luces de un semáforo: luz roja, luz amarilla, luz verde y conectarlo a otro si es un lugar que tiene varias calles… Curiosamente , entendimos muy bien yo y Yojanna que nos felicitaron, y unimos las pantallas del celular para resolverlo. Nosotras muy ingeniosas.

Salimos de esa sala y ese tiempo se pasó muy rápido. Nos llevaron otra vez a la cafetería para comer algo e ir al baño… Comer algo, no con esos precios; lo sacaban a uno a correr, pero como nos dijeron que no podíamos entrar, tristemente dejamos un cuarto de pollo en la buseta. Seguimos con el recorrido y nos dejaron explorar en la zona libre. Había varias cosas raras e interesantes, desde cosas asquerosas con caras hasta un medidor de peso en otros planetas.

Había varios juegos en esa zona, pero estaba bastante lleno de otros chicos de otros colegios. Nos volvieron a llevar a la cafetería, y del hambre que tenía compré unas palomitas mixtas y del precio para que lo nombrara les di a mis amigas porque estaban como yo del hambre que ya hacía… Por último, nos llevaron a la sala de una esfera grande que se llama Vía 360, y conocemos bastante de la galaxia, de los planetas y cómo diferenciarlos, y la gran pregunta fue ¿Cómo si sabemos de la galaxia y no de las profundidades del mar? Bastante curiosa, ¿no? Pues es verdad y el chico nos preguntaba eso.

Nadie respondió; Seguimos y esa esfera se ve genial cuando todo está apagado porque se ve más clarito. Se acabó el tiempo de la salida y ya vamos a salir de Maloka. Esto me lleva una gran enseñanza. Que así el mundo sea pequeñito tiene mucha historia que aún la humanidad va a ir descubriendo y todos debemos dar un granito para que eso suceda. Salimos de Maloka y buscamos la buseta porque sí. Si se nos perdió la buseta, la profesora Clara toda bella que nos acompañó nos ayuda a pasar la calle porque aún somos unos niños chiquitos. 

Al final de esa salida poco común llegamos rápido a Madrid y me quedé dormida. Sí, me quedé dormida. Que pena, antes me tome una foto, pero aquí vamos llegando de un día fuera de una rutina. Experimentando nuevos ambientes de aprendizaje gracias a los esfuerzos de la profesora Alba, que tuvo este detalle con todos nosotros los estudiantes de décimo.